El ejército estadounidense destruyó aviones, vehículos blindados y un sistema de defensa antimisiles antes de dejar el aeropuerto de Kabul durante la noche de lunes a martes, indicó un alto mando estadounidense.
El jefe del comando central del ejército estadounidense, general KennethMcKenzie, indicó a la prensa que los soldados “desmilitarizaron” 73 aviones antes de que terminara el puente aéreo de dos semanas con el que evacuaron a civiles que huyen del régimen talibán.
“Esos aparatos no volverán a volar”, dijo. “No podrán ser usados”.
“La mayoría ya estaba fuera de servicio de todas maneras”, agregó. “Pero es seguro que no volverán a volar”.
El Pentágono desplegó 6.000 soldados para ocupar, asegurar y hacer funcionar el aeropuerto de Kabul a partir del 14 de agosto. Pero dejó en el lugar 70 vehículos blindados MRAP resistentes a las minas antipersonas, de un costo de un millón de dólares cada uno, y 27 vehículos Humvee. Todos fueron inhabilitados, según McKenzie
en Texas
El ejército estadounidense también abandonó un sistema de defensa antimisiles C-RAM que detuvo el lunes cinco cohetes disparados por el grupo Estado Islámico contra el aeropuerto.
“Decidimos dejar esos sistemas funcionando hasta el último minuto”, justo antes del despegue del último avión, agregó el alto mando.
Hace falta “un procedimiento largo y complejo para desmontar esos sistemas”, explicó. “Así que los desmilitarizamos para que no puedan volver a ser usados”.
TALIBANES DESFILAN CON VEHÍCULOS MILITARES DE EU
Mientras tanto, este miércoles 1 de septiembre, los talibanes celebraron un desfile con material militar donado por Estados Unidos al anterior gobierno afgano, vencido tras 20 años de guerra, en Kandahar (sur), cuna espiritual del movimiento islamista.
Una larga fila de “Humvees”, vehículos todoterreno estadounidenses, circularon al ralentí por una gran carretera de las afueras de la segunda ciudad de Afganistán. Muchos de ellos llevaban banderas talibanas blancas y negras enganchadas a la antena, constató un periodista de la AFP.
Los combatientes iban sentados al mando de los camiones que durante las dos décadas de conflicto utilizaron las fuerzas estadounidenses, de la OTAN y afganas, mientras que otros se subían a ellos en Ayno Maina, en la periferia de Kandahar.
Al menos un helicóptero Blackhawk sobrevoló la ciudad, lo que llevaría a pensar que un expiloto del ejército afgano estaría al mando.
Kandahar es la cuna de los talibanes. En 1996, salieron de la capital del sur afgano antes de conquistar rápidamente el resto del país, que gobernaron hasta 2001, cuando fueron expulsados del poder por una coalición internacional encabezada por Estados Unidos.
El jefe de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, vive allí, afirmó el movimiento el domingo.
En el estadio de críquet de Kandahar, responsables talibanes, con barba blanca, daban sorbos al café, bajo las marquesinas que en general usan los jugadores y los entrenadores.
Otros, vestidos de blanco, estaban sentados en el césped, mientras que centenares de simpatizantes ocupaban las gradas.
Los combatientes armados, vestidos con uniforme de camuflaje, formaban de pie frente a la multitud.
“Nuestro enemigo común, que había jurado aportar prosperidad económica a nuestro país, no lo ha conseguido”, subrayó Maulvi Saqeb, un reclutador de los talibanes.
“Estados Unidos no se ha contentado con atacar a nuestros jóvenes soldados, Estados Unidos ha corrompido nuestros medios de comunicación, ha hecho desaparecer nuestra cultura, ha pisoteado nuestra economía”, añadió.
Habían cundido rumores de que Akhundzada podría presentarse frente a la multitud, pero no se dejó ver. El único que habló ante los asistentes fue el nuevo gobernador de la zona.
El martes, miles de fieles al movimiento islamista tomaron las calles de Kandahar, en un concierto de bocinas de auto y de gritos de “Allah Akbar” (Alá es el más grande), celebrando la partida de los últimos militares estadounidenses de Afganistán.