Las denuncias de violencia familiar alcanzaron un máximo histórico, desde que se tiene registro, al contabilizarse 23 mil 709 casos solo en marzo; un promedio de 790 por día, de acuerdo con datos del Informe sobre violencia contra las mujeres.
Además, se registraron 58 mil 224 llamadas al número de emergencias 911, relacionadas con incidentes de violencia familiar; un promedio de mil 941 diarias.
Otros delitos que también rompieron récord el mes pasado fueron la violación, así como el homicidio doloso y la extorsión contra mujeres, destaca el reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Sólo en marzo se contabilizaron dos mil 20 casos de violación, lo que significa que fueron víctimas de este tipo de ataque 67 personas cada día. Mientras que en todo marzo asesinaron a 267 mujeres y 319 padecieron extorsión.
El mes pasado podría considerarse el más letal para la población femenina en lo que va del año, pues se registraron 92 feminicidios, en tanto en enero y febrero pasado hubo 71 casos casa mes.
Las entidades con mayor registro de este ilícito fueron: Estado de México con 35; Veracruz, 21; Ciudad de México, 18; Jalisco, 13; Chiapas y Morelos con 12 cada uno.
Incluso esta cifra fue mayor a la reportada en el mismo lapso del año pasado, en plena pandemia por Covid-19, cuando hubo 76. Diciembre de 2018 es el mes que tiene el dato más alto, con 98 feminicidios.
Violencia está normalizada
Para Ayahuitl Estrada, integrante del colectivo feminista Restauradoras con glitter, la violencia en el país está normalizada.
“Las víctimas cargamos con un estigma de culpa y vergüenza de ser juzgadas, porque socialmente no aceptamos que la mujer pueda estar fuera del círculo, es mejor que tenga una pareja golpeadora a que no tenga pareja”, expresó.
Ejemplo de ello, comentó, son los casos en los que una mujer decide separarse del padre de sus hijos debido a que es golpeador, pero la carga negativa recae en la madre.
Estrada resaltó que la gestión del Gobierno en cuanto a los temas de género ha sido “muy pobre”, debido a que se ha enfocado en culpar a las administraciones anteriores; sin embargo –externó– estar en el poder significa tener la responsabilidad y ejecutar acciones para solucionar la problemática que padecen las mujeres.
Francisco Rivas, director general del Observatorio Nacional Ciudadano, coincidió en la normalización de las agresiones, e incluso destacó que además de tolerarse, es una conducta que se reproduce.
Explicó que incluso existen algunas comunidades donde la violencia hacia la mujer es algo que pertenece a los usos y costumbres, donde la violencia es normal como parte de los mecanismos de relación interpersonal.
Sin políticas claras
Respecto a las cifras oficiales, el director del Observatorio comentó que reflejan “muy poco” de la problemática, pues en el caso de las mujeres aproximadamente uno de cada 100 casos se visibiliza.
Al respecto, señaló que no hay una política de protección hacia la mujer en el país, pues si se busca atender la violencia se le deja el trabajo a la última parte de la cadena, que son los policías, y no se busca evitarla.
“Decir que se atiende porque hay un programa en las Policías o Procuradurías es no entender el problema de violencia contra las mujeres”, aclaró.
En ese sentido, Rivas consideró que es necesario que el Gobierno actual reconozca el problema de la violencia contra la mujer, para después definir una estrategia con plazos puntuales que les permita evaluar si está o no funcionando.
FRASES
“Sabemos que aunque sean cifras oficiales hay muchos casos que no se
reportan, hay denuncias que no llegan a ser denuncias y hay mujeres que
no llegan hasta las denuncias”
Ayahuitl Estrada
Colectivo Restauradoras con glitter
“Deberíamos tener un programa integral para identificar
tempranamente; para eso se requieren recursos y en este sexenio lo que
han hecho es desmantelar los institutos que apoyan a la mujer”
Francisco Rivas
Director general del Observatorio Nacional Ciudadano
“Si lo acuso y lo encierran ¿qué vamos a hacer, hija?”
A Xóchitl la golpeaba Enrique, su esposo, cuando estaba alcoholizado. Durante años, su hija, Erika, escuchó la violencia que éste ejercía contra su madre.
Encerrada en su cuarto, recuerda Érika, escuchaba con miedo el maltrato del que era víctima su mamá, por lo que optaba por poner una canción en su celular, colocarse los audífonos y sólo oír a lo lejos la pelea entre sus padres.
Al día siguiente de la agresión, la hija le preguntaba a su madre porqué permitía tantos golpes… la respuesta era la misma: no hay de otra, su padre era el hombre de la casa y quien aportaba el gasto a la familia.
“Si lo acuso y lo encierran ¿qué vamos a hacer, hija; qué vamos a comer, quién te va a pagar tu escuela, tu ropa, todo, quién nos va a mantener?”.
La hija de Xóchitl narra que ante dicha respuesta, ella sentía impotencia y coraje por los malos tratos que su madre aceptaba.
Un día, Érika decidió asistir a una de las LUNAS –unidades territoriales de atención y prevención de la violencia de género– de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México, donde le brindaron asistencia psicológica y legal para su madre.
Al principio, comentó, Xóchitl sintió miedo por lo que podría pasar, pero su hija le dio valor: “estamos juntas en esto, yo te prometo que no va a pasar nada”.
Meses más tarde, denunció el maltrato y mientras duraba el proceso judicial, ambas fueron resguardadas en espacios que tiene destinado la secretaría para apartar a las víctimas del agresor.
Ahora, el hombre tiene una orden de restricción y la obligación de dar manutención a su familia, según contó Erika.