Un avión de la compañía paquistaní PIA aterrizó ayer en el aeropuerto de Kabul, siendo el primer vuelo comercial internacional desde que los talibanes tomaron el poder en Afganistán el 15 de agosto.
Es una de las primeras señales de normalización económica para el país y su principal aeropuerto internacional, donde se agolparon a finales de agosto miles de afganos desesperados por salir del país tras la vuelta al poder del movimiento islamista.
«Casi no había nadie en el avión, unas 10 personas (…), quizá más miembros de la tripulación que pasajeros», afirmó un periodista de la agencia AFP que iba a bordo de este vuelo, procedente de Islamabad.
Después de la toma del poder por los talibanes, los aliados occidentales del gobierno derrocado, encabezados por Estados Unidos, organizaron un gigantesco puente aéreo en el aeropuerto de la capital Kabul que permitió evacuar a más de 123 mil personas, sobre todo afganas.
Mientras las cosas parecen retomar una aparente normalidad con el regreso de los vuelos, la ONU insiste con los llamados de alerta. Ayer reiteró que la comunidad internacional debe negociar con el Gobierno talibán para evitar una catástrofe humanitaria en Afganistán, en voz de su secretario general, Antonio Guterres.
De por sí, hoy en día millones de afganos ya están afectados por una sequía aguda y las consecuencias de la pandemia del Covid-19. Según la ONU, a falta de apoyo, casi toda la población afgana (97%) puede caer bajo el umbral de la pobreza el año próximo, frente al 72% actual.
Guterres consideró “muy importante” que Naciones Unidas hable con los talibanes para facilitar la entrega y distribución de ayuda humanitaria.
Francia desembolsará 120 millones de dólares para ese fin, mientras que Washington donará 75 millones de dólares más.