El Director General de la OMS se complace en remitir el informe de la duodécima reunión del Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional (2005) (RSI) sobre la pandemia de enfermedad por coronavirus (COID-19), celebrada el viernes 8 de julio de 2022, de las 12.00 a las 15.30 horas (horario centroeuropeo de verano).
El Director General de la OMS manifiesta su acuerdo con el asesoramiento prestado por el Comité en relación con la pandemia de COVID-19 en curso y determina que el evento sigue constituyendo una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII).
El Director General de la OMS examinó el asesoramiento prestado por el Comité en relación con las recomendaciones temporales propuestas. El conjunto de recomendaciones temporales emitidas por el Director General de la OMS se recogen al final de la presente declaración.
El Director General de la OMS aprovecha la oportunidad para manifestar su sincero agradecimiento al Presidente y a los miembros del Comité, así como a sus asesores.
Diligencias de la reunión
En nombre del Director General de la OMS, el Director Ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, Dr. Michael J. Ryan, dio la bienvenida a los miembros y asesores del Comité de Emergencias, todos ellos reunidos por videoconferencia.
El Dr. Ryan manifestó su preocupación por la actual situación epidemiológica mundial en relación con la COVID-19. Los casos de esta enfermedad notificados a la OMS se habían incrementado en un 30% en las dos últimas semanas, en gran medida impulsados por las cepas BA.4, BA.5 y otras derivadas de la ómicron y por el levantamiento de las medidas sociales y de salud pública. Este incremento de casos se traducía en mayor presión sobre los sistemas de salud en varias regiones de la OMS. El Dr. Ryan subrayó otros retos a los que se enfrenta la respuesta en curso contra la COVID-19: cambios recientes en las políticas sobre realización de pruebas que obstaculizan la detección de casos y el seguimiento de la evolución del virus; inequidades en el acceso a pruebas, secuenciación, vacunas y tratamientos, en particular los nuevos antivíricos; la disminución de la protección natural y la conferida por la vacuna; y la carga mundial de la afección pos-COVID-19.
El responsable de ética del Departamento de Conformidad, Gestión de Riesgos y Ética informó a los miembros y asesores de sus funciones y responsabilidades. Asimismo, se les recordó su deber de mantener la confidencialidad en relación con los debates de la reunión y la labor del Comité, y de que era responsabilidad de cada uno revelar a la OMS, lo antes posible, cualquier interés de carácter personal, profesional, financiero, intelectual o comercial que pudiera dar lugar a un conflicto de intereses percibido o directo. Se preguntó a cada uno de los miembros y asesores asistentes y no se detectaron conflictos de intereses.
El representante de la Oficina del Asesor Jurídico informó a los miembros y asesores sobre sus funciones y responsabilidades y el mandato del Comité de Emergencias en virtud de los artículos pertinentes del RSI.
Se cedió la palabra al Presidente del Comité de Emergencias sobre la pandemia de COVID-19, el profesor Didier Houssin. El Presidente expuso los objetivos de la reunión: ofrecer al Director General de la OMS opiniones sobre si la pandemia de COVID-19 sigue constituyendo una ESPII, y pasar revista a las recomendaciones temporales para los Estados Partes.
La Secretaría de la OMS presentó una visión general de la situación actual de la pandemia de COVID-19 y subrayó varios de los retos de la respuesta en curso. La exposición se centró en: la situación epidemiológica mundial en relación con la COVID-19; la evolución del virus y los efectos de las variantes preocupantes del SARS-CoV-2; una actualización sobre las medidas aplicables a los viajes internacionales; el estado actual de la vacunación contra la COVID-19 y los progresos hacia el logro de las metas de vacunación de la OMS; y el Plan Estratégico OMS de Preparación, Disposición Operativa y Respuesta para 2022.
Deliberaciones durante la sesión
El Comité examinó las siguientes cuestiones: los efectos de la evolución del SARS-CoV-2 en la respuesta de salud pública y las capacidades de los servicios de salud; los progresos hacia una mayor cobertura vacunal contra la COVID-19; los cambios en las estrategias de realización de pruebas y de vigilancia; la percepción de los riesgos sociales y políticos y la participación comunitaria; la equidad y el acceso a contramedidas, vacunas y tratamientos; y el mantenimiento del compromiso político equilibrando a la vez la necesidad de responder a otras prioridades y emergencias de salud pública. El Comité examinó el hecho de que el SARS-CoV-2 todavía no había establecido su nicho ecológico y la posibilidad de que no se comprendieran plenamente las repercusiones de una pandemia provocada por un nuevo virus respiratorio. En consecuencia, dadas las características actuales y las imprevisibles dinámicas de la pandemia de COVID-19, el Comité hizo hincapié en la necesidad de reducir la transmisión del SARS-CoV-2. Ello requiere el uso responsable, uniforme y continuado de medidas de protección a nivel individual en beneficio de las comunidades en conjunto; además de continuos ajustes de las medidas sociales y de salud pública aplicables en todas las comunidades para superar planteamientos binarios de tipo «todo o nada».
El Comité manifestó su inquietud por los cambios en curso observados en los Estados Partes respecto de la reducción drástica en la realización de pruebas, lo que ha dado lugar a la disminución en la cobertura y en la calidad de la vigilancia, dado que se detectan y notifican a la OMS menos casos; y se presentan menos secuencias genómicas a las plataformas de acceso abierto –lo que desemboca en una falta de representatividad de secuencias genómicas de todas las regiones de la OMS. Ello impide evaluar las variantes del virus actualmente en circulación y las emergentes, y generar y analizar datos fenotípicos. Todo ello se traduce en la creciente incapacidad de interpretar las tendencias en la transmisión y, por tanto, de orientar debidamente los ajustes en las medidas sociales y de salud pública.
La epidemiología de la infección por el SARS-CoV-2 sigue siendo imprevisible ya que el virus continúa evolucionando debido a que se sigue transmitiendo en la población humana y en los animales domésticos, los animales de granja y la fauna silvestre en los que el virus se introdujo recientemente.
El Comité señaló que la trayectoria de la evolución del virus y las características de las variantes emergentes siguen siendo inciertas e imprevisibles y que, en ausencia de la adopción de medidas sociales y de salud pública destinadas a reducir la transmisión, la presión selectiva resultante sobre el virus aumenta la probabilidad de que surjan nuevas variantes más aptas, y con diferentes grados de virulencia, transmisibilidad y potencial de escape inmunitario.
Por todo ello, el Comité subrayó la necesidad de que todos los Estados Partes sigan aplicando medidas sociales y de salud pública que guarden proporción con su situación epidemiológica, e insistió en el uso continuado de medidas eficaces de protección a nivel individual para reducir la transmisión. El Comité reconoció los continuos problemas de los Estados Partes para ajustar y aplicar las medidas sociales y de salud pública. Asimismo, hizo suyo el asesoramiento de la OMS a los Estados Partes de evaluar periódicamente la situación epidemiológica en el plano subnacional y ajustar proporcionalmente las medidas sociales y de salud pública. Estas deben ajustarse en función de las estimaciones de la prevalencia de la enfermedad, de la protección poblacional contra la infección y de la vacunación, así como de las capacidades del sistema de salud local (que ya se enfrenta, entre otras cosas, a la escasez de personal debido al síndrome de desgaste profesional vinculado a la COVID-19).
El Comité destacó la necesidad de mejorar la vigilancia, ampliando y fomentando un conjunto de enfoques y herramientas a fin de lograr la representatividad geográfica y poblacional en la situación mundial. Entre aquellos se incluyen, sin pretensiones de exhaustividad, la integración de los resultados de las pruebas de autodiagnóstico y los métodos de vigilancia centinela en los programas de vigilancia nacionales y mundiales, y las estrategias de muestreo agregado con herramientas basadas en la prueba de amplificación de ácidos nucleicos y el sondeo detallado de la secuenciación genómica profunda. Los nuevos métodos de vigilancia permitirían mejorar la evaluación de las tendencias en la epidemiología de la infección, la enfermedad y la evolución del virus, y de las tendencias en la capacidad de los sistemas de salud, y apoyar la versatilidad y los ajustes oportunos de las medidas sociales y de salud pública. El Comité admitió la necesidad de acelerar la integración de la vigilancia de la COVID-19 en los sistemas ordinarios, por ejemplo integrando la vigilancia de la COVID-19 con la de otros patógenos respiratorios; y reconoció la posible utilidad de complementar la vigilancia general con la vigilancia de las aguas residuales. Además, es necesario mantener el acceso a pruebas oportunas y precisas, vinculadas a la atención clínica y los tratamientos.
El Comité reconoció la labor continua de la OMS y sus asociados para incrementar la cobertura de vacunación en las seis regiones de la OMS, con el objetivo de lograr la máxima cobertura de vacunación posible entre las personas con mayor riesgo de desenlaces graves y entre las personas con mayor riesgo de exposición; así como de evaluar y afrontar los obstáculos a la adopción de las vacunas. Sin embargo, dadas las persistentes inequidades en materia de vacunas, el Comité insistió en la necesidad de garantizar que los grupos de prioridad máxima se vacunaran en todos los países, con una pauta de primovacunación y una dosis de refuerzo, de conformidad con la estrategia mundial de vacunación de la OMS y las recomendaciones actualizadas de la Hoja de Ruta del SAGE de la OMS para el Establecimiento de Prioridades en el Uso de Vacunas contra la COVID-19. El Comité manifestó su preocupación por el hecho de que un 30% de los países no hubieran compartido datos con la OMS sobre la cobertura de vacunación en los grupos de alta prioridad. El Comité reconoció que la pandemia sigue perturbando las actividades de vacunación sistemática, lo que da lugar a brotes de enfermedades prevenibles mediante vacunación en zonas de baja cobertura.
El Comité hizo hincapié en que está justificado poner en marcha actividades de inmediato para promover el acceso de los países de ingresos bajos y medianos a tratamientos que reduzcan la gravedad de la enfermedad en pacientes ambulatorios y hospitalizados. El Comité advirtió que la falta de acceso equitativo que se produjo con las vacunas no debía repetirse con los tratamientos. Asimismo, destacó que seguía siendo necesario impulsar la investigación y desarrollo en relación con la COVID-19 en los ámbitos de la epidemiología y las variantes, los medios de diagnóstico, la atención clínica (en particular para la afección pos-COVID-19) y otras vacunas contra la COVID-19.
Dada la percepción entre el público en general de que la pandemia puede haber terminado, el Comité subrayó también los problemas que persisten para comunicar –especialmente a las comunidades que siguen registrando altos niveles de transmisión– que la mitigación inmediata y a largo plazo de los efectos de la pandemia de COVID-19 en curso depende de la aplicación de las medidas sociales y de salud pública. El Comité hizo hincapié en la importancia de utilizar lo aprendido en los últimos dos años y medio para adaptar la aplicación de las medidas sociales y de salud pública a las diferentes comunidades. El Comité reconoció que toda iniciativa de comunicación de riesgos y participación comunitaria debía girar en torno a una voluntad política coherente y sincronizada, la adopción de políticas y una acción concordante por parte de personalidades influyentes en la comunidad para cambiar el curso de la percepción de los riesgos.
Estado de la emergencia de salud pública de importancia internacional
El Comité reconoció que en general entre los nuevos casos no se registraban formas graves de la enfermedad, muertes, ni presión sobre los sistemas de salud gracias al aumento de la inmunidad de la población.
Con todo, el Comité acordó por unanimidad que la pandemia de COVID-19 todavía cumple los criterios de un evento extraordinario que sigue afectando negativamente a la salud de la población mundial, y que la aparición y propagación internacional de nuevas variantes del SARS-CoV-2 pueden conllevar consecuencias todavía mayores para la salud.
El Comité señaló expresamente las siguientes razones para fundamentar su asesoramiento al Director General de la OMS de que el evento sigue constituyendo una ESPII.
En primer lugar, el reciente aumento en la tasa de crecimiento del número de casos en muchos Estados Partes de diferentes regiones de la OMS.
En segundo lugar, la continua y considerable evolución del SARS-CoV-2, que, pese a ser inherente a todos los virus, cabe esperar que seguirá siendo imprevisible. Ahora bien, la capacidad de evaluar los efectos de las variantes en la transmisión, las características de la enfermedad o las contramedidas, incluidos los medios de diagnóstico, los tratamientos y las vacunas, es cada vez más difícil debido a la insuficiencia de la vigilancia actual, en particular por la reducción en la realización de pruebas y la secuenciación genómica. Además, existen incertidumbres en torno al nivel de disposición operativa de unos sistemas de salud ya sobrecargados, en todas las regiones de la OMS, para responder a futuras olas de la pandemia de COVID-19.
En tercer lugar, las herramientas de planificación en materia de salud pública y de salud en general para reducir la transmisión y la carga de morbilidad (en particular las hospitalizaciones y los ingresos de casos graves en unidades de cuidados intensivos, y los efectos de la afección pos-COVID-19) no se aplican proporcionalmente a los niveles de transmisión local o las capacidades de los sistemas de salud.
Finalmente, se registran insuficiencias en la comunicación de riesgos y la participación comunitaria relacionadas con la necesidad de aplicar o ajustar las medidas sociales o de salud pública, así como una desconexión en la percepción del riesgo derivado de la COVID-19 entre las comunidades científicas, los dirigentes políticos y el público en general.
Por todo ello, la coordinación continua de la respuesta internacional es necesaria para reconsiderar enfoques que permitan un seguimiento preciso y fiable de la evolución de la pandemia de COVID-19 y la activación de ajustes en las medidas sociales y de salud pública. La coordinación también sigue siendo necesaria para mantener e intensificar actividades de investigación y desarrollo que puedan dar lugar a contramedidas eficaces disponibles de forma equitativa y para formular nuevos enfoques de comunicación de riesgos y participación comunitaria.
El Comité examinó las recomendaciones temporales propuestas por la Secretaría de la OMS y prestó su asesoramiento.