Miles de mujeres mueren cada año en el mundo por el simple hecho de ser mujeres. En 2017, las víctimas llegaron a 90 mil. Es una plaga que afecta sin distinción a países ricos y pobres, a los que están en guerra o en paz.
Varias naciones han adoptado legislaciones eficaces contra este flagelo; América Latina es cuna de las leyes sobre feminicidios, región en la que México es pionero, así como España. Francia, por ejemplo, ya está tomando conciencia.
América Latina es la región con el mayor número de feminicidios identificados. Es también donde el reconocimiento jurídico del feminicidio ha ganado más terreno. El primer instrumento jurídico consagrado a la violencia contra las mujeres es la Convención Interamericana de Belém do Pará, firmada en 1994.
El país pionero es México. En 2007 adoptó una ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, en la que se encuentra la expresión violencia feminicida que agrupa los ataques contra los derechos humanos de las mujeres, que pueden desembocar en homicidio. Es considerado como la consagración de la consideración del feminicidio. Tuvo lugar luego de asesinatos masivos, violaciones y secuestros contra las mujeres de Ciudad Juárez que fueron tratados con indiferencia por las autoridades. Hoy día, 14 países de América Latina reconocen el feminicidio como un crimen en toda regla.
En el mundo, Asia encabeza la triste lista con más mujeres asesinadas (20 mil) por sus parejas o familiares en 2017, seguida del continente africano (19 mil), América (8 mil), Europa (3 mil ) y Oceanía (300), según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC).
Pero es en África donde 69 por ciento de las mujeres corren más riesgo de ser asesinadas por su pareja o un miembro de su familia, de acuerdo con la ONU.