La nueva tecnología que hará que los pilotos sean más letales que nunca

La nueva tecnología que hará que los pilotos sean más letales que nunca

La guerra aérea del futuro cercano tendrá poco que ver con la actual, moldeada por las lecciones de Ucrania, la inteligencia artificial y una nueva doctrina de combate.

La fuerza aérea norteamericana va a cambiar radicalmente en los próximos años, creando nuevos escuadrones totalmente diferentes a los actuales que estarán formados por pilotos humanos y grandes constelaciones de aviones pilotados por inteligencia artificial, totalmente independientes y con objetivos específicos en cada misión. Su plan, aseguran, les permitirá mantener una supuesta superioridad aérea incontestable contra potencias tradicionales como China y Rusia, pero también contra enemigos modestos equipados con grandes cantidades de misiles tierra-aire portátiles y drones baratos.

Según John Clark, el nuevo jefe de Skunk Works, no puede ser de otra manera. Clark afirma que múltiples simulaciones y pruebas realizadas por sus ingenieros indican que es la forma más efectiva de conseguir la superioridad aérea contra cualquier enemigo, ya sea una potencia tecnológica militar de primer nivel como China o un país equipado con misiles tierra-aire y drones baratos. Algo de razón tendrá: Skunk Works es el legendario grupo de tecnología de vanguardia de Lockheed Martin, probablemente el laboratorio de investigación y desarrollo aeroespacial más avanzado y reservado del planeta, con una base de pruebas permanente en la mítica Área 51, uno de los lugares más secretos y misteriosos del mundo.

La creación de este tipo de escuadrones no sólo viene de la evolución natural de los aviones de combate, las nuevas capacidades armamentísticas de bajo coste y la inteligencia artificial, sino también de las lecciones aprendidas en la invasión rusa de Ucrania. Allí, un enemigo tecnológica y logísticamente muy inferior ha sido capaz de enfrentarse a un potencia como Rusia para negarle la superioridad aérea usando, algo que, a su vez, ha evitado una victoria aplastante por tierra del ejército de Vladimir Putin.

La visión de Clark está detallada en el vídeo que podéis ver sobre estas líneas. En ella, un avión con piloto humano ejecuta una misión rodeado y ayudado de múltiples drones con diferentes capacidades. Ni el piloto humano en el F-35 líder ni otros en el suelo controlan los aviones no tripulados. Skunk Works afirma que, en sus simulaciones, estos últimos funcionan mejor funcionando independientemente en vez de estar estrechamente ligados a los pilotos humanos. Según Clark, “los aviones no tripulados necesitan libertad de maniobra”, igual que los pilotos humanos.

En qué consiste

El escuadrón consiste de aviones de bajo coste modulares de “usar y tirar” cuya estructura permite la personalización con múltiples sensores y cabezas para ejecutar misiones específicas. A estos se les añaden cazas inteligentes más caros que actúan de puntos clásicos — “wingmen” en inglés — y que están diseñados para acompañar al piloto y ‘sobrevivir’ a la misión.

Todos están permanentemente conectados entre ellos, compartiendo información y ofreciendo una visión general del campo de batalla, una evolución del sistema que ya utilizan los norteamericanos con aviones tripulados. Los aviones modulares de usar y tirar pueden ser utilizados para reconocimiento y también para ataque, lanzándose como si fueran kamikazes sobre objetivos como baterías de misiles tierra-aire, atrayendo el fuego enemigo y haciendo salir a la luz posibles amenazas escondidas que pueden ser después eliminadas por otros drones, los puntos o los pilotos humanos.

Según el mandamás de Skunk Works, ésta es la solución más efectiva para lograr la superioridad aérea, combinando cazabombarderos no tripulados con sistemas no tripulados sofisticados y caros diseñados para sobrevivir la batalla y otros baratos de usar y tirar, más numerosos que los anteriores.

Skunk Works llama a esta capacidad de combate aéreo el “equipo distribuido” y afirma que, en sus simulaciones, es siempre la “ganadora en los diez primeros días de conflicto” contra cualquier adversario. Clark dice que es en esa semana y pico donde se decide quién ganará la guerra: “Es ahí donde vas a marcar la diferencia”. Y la diferencia es ganar rápidamente o terminar con un conflicto de desgaste como el que está asolando Ucrania en estos momentos.

Inteligencia artificial en aviones de usar y tirar

La visión de Clark y su equipo coincide con la del Departamento de Defensa norteamericano y su plan NGAD — las siglas en inglés de dominio aéreo de nueva generación — que ya está en su recta final de implementación para su puesta en marcha en 2030. La fuerza aérea americana también quiere que su nuevo caza de sexta generación vuele coordinado con drones ‘wingmen’, cazas inteligentes no tripulados que cubrirán sus flancos y ayudarán en los ataques volando en formaciones.

La USAF lleva tiempo trabajando en su propia inteligencia artificial experimental para volar esos aviones no tripulados. La llaman Skyborg, una inteligencia artificial agnóstica que puede aprender a volar cualquier aeronave y está diseñada para actuar de ‘punto’ — lo que en inglés se denomina ‘wingman’ — para seguir las órdenes, atacar objetivos designados y proteger su líder humano. Skyborg no requiere control remoto. Según los responsables del proyecto, es totalmente independiente y simula el comportamiento de un piloto real, pero —y ahí está una de las claves del proyecto— sin sus limitaciones físicas.

Una vez en el aire, Skyborg sigue a su líder en formación según el plan de vuelo y atento a cualquier comando. Su función es la misma que un ‘wingman’: cubrir al líder y ayudar en la consecución de los objetivos de la misión. Para ello, puede tomar decisiones por su cuenta, igual que un humano.

Una fase terminal

Pero toda esta visión será sólo temporal. Los futuristas especializados en tecnología militar y los propios analistas del Pentágono están convencidos de que — con el avance exponencial de la inteligencia artificial — el reemplazo completo de los pilotos militares (y civiles) humanos es sólo cuestión de unas décadas.

Al fin y al cabo, los pilotos cibernéticos no se cansan, no sufren el efecto de las fuerzas G y no tienen miedo, ni ansiedad, ni sufren ningún otro factor psicológico que sí pueden afectar a los pilotos humanos. Y, lo más importante, nunca mueren y nunca dejan de aprender, con lo que cada vez son mejores y más letales. El resultado serán aviones mucho más baratos que podrán efectuar maniobras imposibles para un humano y guerras en las que sólo perderán los civiles que tengan que soportar los bombardeos.

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